lunes, 1 de agosto de 2016

Matilde Landa Vaz. Luchadora Antifascista



Matilde Landa Vaz (Badajoz, 24 de junio de 1904 – Palma de Mallorca, 26 de septiembre de 1942) Luchadora antifascista, militante del Partido Comunista de España (PCE).
Actualmente es considerada uno de los símbolos más significativos del movimiento de las mujeres contra la dictadura franquista.

La recuperación de la biografía de Matilde Landa, hasta entonces olvidada, se inició en la década de los años 1970, y está ampliamente documentada en el libro del historiador David Ginard i Féron, “Matilde Landa. De la Institución Libre de Enseñanza a las prisiones franquistas”.




 La historia de Matilde Landa es estremecedora. Dirigente del PCE, Landa formó parte durante la Guerra Civil de la sección de información popular del subsecretariado de Propaganda del Gobierno Republicano donde recorría la España republicana organizando conferencias para levantar la moral a los combatientes republicanos. Además, fue voluntaria en el Socorro Rojo Internacional, donde colaboró en la evacuación de Málaga.

Condenada a muerte tras la victoria de las tropas franquistas, Matilde ingresó en la cárcel de Ventas de Madrid, donde permanecían alrededor de 10.000 presas.

Desde dentro, con el permiso de la directora de la prisión, compañera de la residencia de estudiantes, montó la llamada Oficina de Penadas, que se encontraba en su misma celda. Se trataba de una máquina de escribir en la que Matilde escribía recursos para que sus compañeras no fueran fusiladas una vez escuchados sus casos.

En poco tiempo se convirtió en la reclusa más carismática. La joven comunista se había convertido en un símbolo de dignidad y resistencia para sus compañeras reclusas. Un amigo de la familia, cercano al régimen franquista, intercedió para que no fuera ejecutada. A cambio, el régimen la condenó a 30 años de prisión que debían cumplirse fuera de la península. Fue entonces cuando trasladaron a Landa a Mallorca. Era el mes de agosto de 1940.




Landa se convirtió entonces en el objetivo propagandístico de la Iglesia balear. Su conversión al catolicismo sería una gran arma propagandística y minaría la moral de los vencidos. No bastaba con vencer. Había que humillar y convertir a los derrotados. Matilde fue apartada del resto de presos y sólo podía hablar con Bárbara Pons, de Acción Católica, quien se encargaba de que finalmente aceptara la conversión al catolicismo.

Allí, el régimen franquista le ofreció a la dirigente comunista mejoras en la alimentación de los hijos de las presas del penal de Mallorca a cambio de su bautismo y conversión al catolicismo. Matilde eligió sus principios. El 26 de septiembre de 1942, día que estaba prevista la ceremonia de bautismo, Landa se precipitó por la terraza hacia el patio interior de la prisión. Prefirió la muerte a renunciar a sus convicciones ideológicas.

Minutos antes de su suicidio, Landa escribió una carta a su hija donde, de manera encubierta, se despedió de ella rogándole perdón. La ceremonia de su bautizo ya estaba preparada: "Hoy es el gran día, dicen. Doña Bárbara, otras señoras de Acción Católica y las monjitas andarán relamiéndose con el triunfo. El dolor del pecho no me deja pensar, Carmencilla (...). No puedo ver sin llorar los rostros de esos niños a los que amenazan con dejar sin leche si yo no me convierto. Tú sabes, Camencilla, lo mucho que me preocupan los niños, los más desgraciados, con sus corazoncitos, tan sensibles y tan a merced de los caprichos de los mayores. No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme (...). Quien sobra soy yo (...). Espero que me sigas queriendo y que te acuerdes de mí a pesar de lo que te cuenten, a pesar de lo que voy a hacer. Que tú, mi niña, mi chiquitina, y esos pobres niños me perdonéis", escribió Landa antes de su suicidio en una carta que recoge Antoni Tugores en la obra Víctimes invisibles.