miércoles, 24 de febrero de 2016

Frases de Judith Butler .Filósofa Feminista






Judith Butler ( Cleveland, Estados Unidos,  24 de febrero de 1956) Filósofa post-estructuralista y feminista.Judith Butler ha realizado importantes aportaciones en el campo del feminismo, la Teoría Queer, la filosofía política y la ética.

 Frases de Judith Butler:



Siempre he sido feminista. Esto significa que me opongo a la discriminación de las mujeres, a todas las formas de desigualdad basadas en el género, pero también significa que reclamo una política que tome en cuenta las restricciones impuestas por el género en el desarrollo humano.


Cualquiera que sea la libertad por la que luchamos, debe ser una libertad basada en la igualdad.

Para mí la filosofía es una forma de escribir.

“¡La vida no es la identidad! La vida resiste a la idea de la identidad, es necesario admitir la ambigüedad. A menudo la identidad puede ser vital para enfrentar una situación de opresión, pero sería un error utilizarla para no afrontar la complejidad. No puedes saturar la vida con la identidad”.


Tampoco creo que la literatura nos pueda enseñar a vivir, pero las personas que tienen preguntas sobre cómo vivir tienden a recurrir a la literatura.


El matrimonio debe ser abierto a cualquier pareja de adultos que quieran entrar en ese contrato, sin fijarse en su orientación sexual. Es un asunto de igualdad de derechos civiles.

¿Existe un buen modo de categorizar los cuerpos? ¿Qué nos dicen las categorías? Las categorías nos dicen más sobre la necesidad de categorizar los cuerpos que sobre los cuerpos mismos.

El trabajo intelectual es una manera de conectar con las personas, de formar parte de una conversación en curso. Los intelectuales no marcan el camino ni son prescindibles. Creo que la reflexión teórica es parte de toda buena política.

Si Lacan reconoce que la homosexualidad de la mujer procede de una heterosexualidad decepcionada -como se afirma que lo demuestra la observación-, ¿No sería igual de evidente para el observador que la heterosexualidad procede de una homosexualidad decepcionada?


La estructura de las creencias es tan fuerte que permite que algunos tipos de violencia se justifiquen o ni siquiera sean considerados como violencia. Así, vemos que no se habla de asesinados sino de bajas, y que no se menciona la guerra sino la lucha por la libertad.

Cuando una vida se vuelve impensable o cuando un pueblo entero se convierte en impensable, hacer la guerra resulta más fácil. Los marcos que presentan y sitúan en primer plano las vidas por las que es posible llevar duelo funcionan para excluir otras vidas como merecedoras del dolor.

No se puede establecer ninguna correlación, por ejemplo, entre el travestismo o el transgénero y la práctica sexual, y la distribución de las inclinaciones heterosexual, bisexual y homosexual no puede determinarse de manera previsible a partir de los movimientos de simulación de un género ambiguo o distinto.

Después de todo, la justificación para la lucha se da en el campo sensorial, se utiliza el sonido y la imagen para reclutarnos en una realidad y para hacernos participar en ella. En cierto modo, toda guerra es una guerra sobre los sentidos. Sin la alteración de los sentidos, ningún Estado podría hacer la guerra.

Los movimientos sociales deben unir las energías creativas y afirmativas de las personas, no sólo reiterar los daños y producir una identidad como sujetos del daño. Sin duda, no negaría que hay formas extremas, persistentes y malignas de victimización, pero adoptar esta perspectiva en un movimiento social es contraproducente.

Como consecuencia, el género no es a la cultura lo que el sexo es a la naturaleza; el género también es el medio discursivo/cultural a través del cual la "naturaleza sexuada" o "un sexo natural" se forma y establece como "prediscursivo", anterior a la cultura, una superficie políticamente neutral sobre la cual actúa la cultura.

(...) Son discriminaciones discursivas muy importantes que tienen implicaciones cruciales, pues describen la realidad y, al hacerlo, producen también esta realidad social. No se puede separar el poder del discurso para producir una realidad social, de una parte, del poder del discurso para describir una realidad existente, de la otra. Ambas cosas suceden al mismo tiempo.

Para mí, el duelo público no se limita a la necesidad que se tiene de llorar personalmente a los muertos. Por cierto esa necesidad existe. Pienso que el duelo público da un valor a las vidas. Permite un tipo de conciencia aumentada de la precariedad de esas vidas y de la necesidad de protegerlas, y quizás también comprender que está precariedad se entienda más allá de las fronteras.

Es decir, la "unidad" del género es la consecuencia de una práctica reguladora que intenta uniformizar la identidad de género mediante una heterosexualidad obligatoria. El poder de esta práctica reside en limitar, por medio de un mecanismo de producción excluyente, los significados relativos de "heterosexualidad", "homosexualidad" y "bisexualidad", así como los sitios subversivos de su unión y resignificación.

(...) Pero debido a que la falta de control es parte de su propia destructividad, no hay guerra que no cometa un crimen en contra de la humanidad, una destrucción de vidas civiles. En otras palabras, la legislación internacional que prohíbe los crímenes en contra de los civiles presupone que puede haber una guerra sin dichos crímenes. Pero si este tipo de crímenes son inevitables, entonces no existe una guerra que no sea criminal.

Todavía me considero una feminista clásica, porque lo cierto es que la mujer sigue sufriendo mucho más comparativamente, sobre todo si hablamos de temas de pobreza, analfabetismo y atención médica, de modo que ni siquiera a ese nivel básico ha finalizado la tarea del feminismo tradicional. Por otro lado, hay conexiones, filiaciones, entre las cuestiones de género del feminismo y las cuestiones de género de la sexualidad a medida que emergen en estos otros movimientos.

(...) Si nos centramos en el cuerpo podemos pensar sobre la interdependencia de un modo distinto. Podemos empezar con el cuerpo del bebé, que no puede sobrevivir sin el cuidado físico de otra persona y cuya dependencia física de otro ser humano determina si sobrevivirá o no. Cometemos un error si creemos que el paso de la infancia a la madurez implica lograr una independencia que nos libera de esa interdependencia. Los adultos seguimos dependiendo de los otros para nuestra supervivencia.

A mí me resultó interesante la distinción entre sexo y género porque permite, como decía Beauvoir, diferenciar entre anatomía y función social, de modo que se podría tener una anatomía cualquiera pero la forma social no estaría determinada por la anatomía. Si bien tengo la capacidad física de reproducir me, esto no significa que tenga que hacerlo, de igual modo que tener una mano derecha hábil no me obliga a ser escritora. Sólo significa que hay un tipo de condición física de posibilidad para determinados caminos sociales y modos de actualización, pero ninguno de ellos es normativo.

La justicia tiene que ser pensada más equitativa y radicalmente. Se necesitan nuevas nociones de justicia sexual o económica. También hay que extender la justicia a ámbitos de la vida que no han sido tomados en consideración. Por ejemplo, la lucha contra la pobreza, contra la destrucción del medio ambiente, son asuntos que deben ser considerados. Pero ¿Qué significa "justicia"? ¿Qué significa "aquí"? ¿Qué relación hay entre la justicia sexual y la justicia económica? Las intersecciones entre estos movimientos son los lugares para las alianzas, y esto es distinto a buscar un denominador común.

Vivimos en profundas redes de interdependencia radical que la ideología del individualismo niega. Hay que pensar la interdependencia como una condición humana pero también como condición de todos los seres sintientes. Esto nos brinda una nueva perspectiva política menos centrada en cuestiones de territorio y de soberanía que en el reconocimiento de la dependencia mutua. El cuerpo es un buen punto de partida, porque como cuerpos somos vulnerables y dependientes. Ésta es nuestra condición. Incluso diría que si, como cuerpos, quedamos completamente aislados, no sobrevivimos ni como niños, obviamente, ni como adultos.
Todo depende de cómo se defina el terrorismo. Se suele asumir de antemano que el terrorismo suicida tiene sobre todo motivaciones religiosas, y que las razones religiosas están vinculadas al islam. Pero hay muchas perspectivas islámicas opuestas sobre el terrorismo suicida. Muchas de las motivaciones de los que cometen atentados terroristas suicidas no son necesariamente religiosas. Con frecuencia tienen que ver con cuestiones relativas al territorio político o son muestras de rechazo político a ejércitos ocupantes. Creo que nos equivocamos si intentamos entender el terrorismo suicida como una expresión pura de violencia religiosa.

Si eres famoso, la gente se siente atraída por ese fenómeno, quiere acercarse a la persona que hay detrás para averiguar por qué eres famoso. Así que, si eres una persona conocida, la gente desea conocerte. A veces es algo muy superficial. Hay personas que únicamente quieren vivir la experiencia de conocer a alguien a quien admiran, y eso me parece bien. En ocasiones hago lecturas públicas en librerías y hay gente que viene para ver qué aspecto tengo y no necesariamente para leer el libro. También hay otra gente que se siente muy identificada intelectualmente con mi obra que no quiere conocerme, lo cual me gusta bastante porque son personas a quienes únicamente les interesa la relación intelectual.

(...) Por un lado, se podría decir que una de las razones de ser de un Estado democrático es la protección de los derechos humanos de los ciudadanos. Por el otro, debemos ser capaces de defender los derechos humanos de quienes no son ciudadanos. Si el Estado no puede proveer tal defensa, ¿Qué hacemos? Es una cuestión de los derechos de quienes no pertenecen a ningún Estado y están implicados en acciones de guerra, pero también es cuestión de los indocumentados cuyos derechos humanos también deben ser protegidos. Si sólo consideramos como merecedoras de derechos a aquellas vidas que representan al Estado-nación, estamos definiendo tácitamente al ser humano en relación con su pertenencia a un Estado.

No sé muy bien si soy filósofa. Puede que el hecho de que no lo sepa sea un signo de que sí lo soy, pero puede que no. La verdad es que no pienso mucho sobre quién soy en ningún sentido definitivo, de modo que si quiero ser consistente debo resistirme a la pregunta por la identidad. Hay una idea del intelectual comprometido en Francia, como lo eran Sartre o Bourdieu. No me entiendo a mí misma en estos términos. Creo que soy parte de los movimientos sociales sobre los que escribo; mi propia vida fue posible gracias a determinados movimientos, feministas, lesbianos, gays, de derechos civiles. Ellos me formaron. Algunas de las cosas que hago reflejan lo que sucede en estos movimientos y creo que el trabajo intelectual forma parte del movimiento social, pues sin él no funciona.

Recordemos que las guerras invocan el derecho a reducir la vida a la muerte o a una muerte en vida, a disponer de la vida a través de medios militares, a instigar el terror y a destruir las infraestructuras de la vida cotidiana de las poblaciones que se hallan en su punto de mira. Cuando hablamos de "poblaciones objetivo" estamos hablando de gente que ha sido agrupada dentro de un marco y por un marco, que se han convertido en el foco de una serie de cámaras y cuyo estatus de objeto depende fundamentalmente de una máquina que enfoca su realidad, circunscribiendo tanto su precariedad como su carácter desechable. En efecto, señalar un pueblo como blanco es la acción inicial de la destrucción. No sólo es la preparación de la destrucción que está por llegar, sino la secuencia inicial del propio proceso de destrucción.

Lo que se llama mi "propio" género quizá aparece en ocasiones como algo que uno mismo crea o que, efectivamente, le pertenece. Pero los términos que configuran el propio género se hallan, desde el inicio, fuera de uno mismo, más allá de uno mismo, en una socialidad que no tiene un solo autor (y que impugna radicalmente la propia noción de autoría). Aunque ser de un cierto género no implica que se desee de una cierta manera, existe no obstante un deseo que es constitutivo del género mismo y, como consecuencia, no se puede separar de una manera rápida o fácil la vida del género de la vida del deseo. ¿Qué es lo que quiere el género? Hablar de esta manera puede parecernos extraño, pero resulta menos raro cuando nos damos cuenta de que las normas sociales que constituyen nuestra existencia conllevan deseos que no se originan en nuestra individualidad. Esta cuestión se torna más compleja debido a que la viabilidad de nuestra individualidad depende fundamentalmente de estas normas sociales.

Al establecer cuáles serán las poblaciones blanco, la guerra distingue entre aquellos cuyas vidas deben ser conservadas y aquellos cuyas vidas son prescindibles. En este sentido, la guerra es el negocio de producir y reproducir la precariedad, de sostener a la población en el límite de la muerte, a veces matando a sus miembros, a veces no; de cualquier modo, produce precariedad como la norma de la vida cotidiana. Para poder sujetarlas a una operación de violencia efectiva y sostenida, a las vidas que se hallan bajo dichas condiciones de precariedad no se les debe extraer todas sus vísceras. Después de todo, las guerras también se inician con el fin de debilitar y dominar a aquellas poblaciones que se convertirán en trabajadores o, ciertamente, en personal de seguridad en la reconstrucción de sus tierras bajo el auspicio de los poderes extranjeros y las compañías multinacionales. Así pues, como sabemos, en parte las guerras también se inician con el fin de producir y explotar una clase trabajadora desesperada en favor de los intereses económicos de aquellos que inician el conflicto armado. Como también sabemos, las guerras se luchan en épocas con altos índices de desempleo nacional con el objetivo de explotar y reclutar una clase trabaja dora prometiendo competencias profesionales y compensaciones. Claramente, de este modo se incrementa el poder del Estado, así como su alianza con el poder corporativo.