martes, 20 de mayo de 2014

El cuerpo de la mujer: la última frontera del capitalismo




La cuestión de control del Estado sobre el cuerpo de la mujer es una conexión que constituye un giro en toda la historia del capitalismo desde su principio hasta ahora.

Desde  los orígenes, el capitalismo  siempre ha necesitado controlar el cuerpo de las mujeres porque es un sistema de explotación que privilegia el trabajo como fuente de su riqueza de acumulación. El capitalismo debe controlar todas las fuentes de la fuerza de trabajo, todas las fuentes que producen los trabajadores, y el cuerpo de la mujer es la primera fuente de esa riqueza.






La caza de brujas llevada a cabo en los siglos XVI y XVII fue una persecución sin precedentes en la historia de la humanidad porque fue la primera vez en la que toda una población de mujeres fueron acusadas de ser "los seres más abominables del mundo".



Comienza en Europa una legislación que penaliza el aborto y es así como las mujeres que hacen uso del mismo son condenadas en muchos países a muerte a través de la decapitación. Al mismo tiempo cuando se descubre la importancia de la fuerza de trabajo, se introduce toda un red de policías de vigilancia que controlan a las mujeres embarazadas para forzarlas a declarar su embarazo, para impedirles cometer algo contra el feto.



Precisamente así es cómo el capitalismo crea una teoría de la población entre "los que son nacidos y la producción de la riqueza". Si tienes muchos trabajadores, muchos cuerpos, tienes muchas riquezas.  Esta conexión permite entender por qué en toda su historia el capitalismo ha controlado siempre el cuerpo y la sexualidad de la mujer.





El cuerpo de la mujer empieza a ser visto como una máquina para la producción de fuerza  de trabajo. El útero es mirado literalmente como una fábrica de trabajadores. El control del cuerpo de las mujeres no solo es una cuestión económica, sino también política. El cuerpo de la mujer es la última frontera del capitalismo. Quieren conquistar el cuerpo de la mujer porque el capitalismo depende de él. Si las mujeres se ponen en huelga y no producen niños, el capitalismo se para. Si no está el control sobre el cuerpo de la mujer, no hay control de la fuerza de trabajo

 Por eso, la cuestión del aborto es la cuestión de la procreación que se ha tratado en todos los movimientos sociales.





Silvia Federici (1942, Parma, Italia) es un escritora, profesora y activista feminista estadounidense situada en el movimiento autónomo o autonomismo dentro de la tradición marxista. Es autora del conocido libro de 2004 "Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria".