lunes, 16 de diciembre de 2013

Ana Frank “No veo la miseria que hay, sino la belleza que aún queda.".


 

Ana Frank  (Fráncfort del Meno, 12 de junio de 1929-Bergen-Belsen, marzo de 1945) Niña judía alemana. Conocida gracias al Diario de Ana Frank, su diario íntimo.

 En él  dejó constancia de los casi dos años y medio, entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, que pasó ocultándose de los nazis.



Durante la Segunda Guerra Mundial, Ana tuvo que vivir en una buhardilla de unos almacenes de Ámsterdam, con su familia y cuatro personas más.






Ana Frank con trece años, cuenta en su diario, al que llamó «Kitty», la vida del grupo. Ayudados por varios empleados de la oficina, permanecieron durante más de dos años en el achterhuis (conocido como «la casa de atrás») hasta que, finalmente, fueron delatados y detenidos.








El 4 de agosto de 1944, una comisión de agentes de la Gestapo al mando del SS Oberscharführer Karl Silberbauer detienen a todos los ocupantes y son llevados a diferentes campos de concentración.

Primero fueron llevados a Westerbork en Holanda y después a Auschwitz en Polonia. Más tarde Ana y su hermana mayor, Margot, fueron deportadas a Bergen-Belsen, donde ambas murieron durante una epidemia de tifus en 1945.





Algunos fragmentos de su Diario:


Me da miedo pensar que aquéllos que estaban tan próximos a mí se hallan ahora a la merced de los verdugos más crueles del mundo. Y todo porque son judíos. (19 de noviembre de 1942).

Afuera no hay canto de pájaros, y dentro un silencio sofocante se cierne sobre todos y todas las cosas, y parece arrastrarme hacia un abismo. (29 de octubre de 1943).

¿Cuándo se nos concederá el privilegio de respirar aire fresco? (24 de diciembre de 1943).






Desde que la vida empezó, la regla se estableció: ¡Nuestras faltas ignoramos, las del prójimo aumentamos! (Otto Frank, en un poema que le escribió a Ana por su 14 cumpleaños) (13 de junio de 1943).

Hay hambre y las raciones de una semana no bastan para malvivir dos días. (29 de marzo de 1944).

Las personas libres jamás podrán concebir lo que los libros significan para quienes vivimos encerrados. (11 de julio de 1943).

Le pedí al señor Koophuis que mandara preparar pastelitos de mazapán, con el azúcar de mi desayuno, que he guardado durante dos meses. (22 de diciembre de 1943)

Llegará el día en que termine esta horrible guerra y volveremos a ser personas como los demás, y no solamente judíos. (11 de abril de 1944).




No entiendo a quienes dicen: "Yo soy débil", y se resignan a serlo. Ya que se tiene la conciencia de serlo, ¿por qué no luchar para enmendar la propia naturaleza? (6 de julio de 1944).

Nunca creeré que los poderosos, los políticos y los capitalistas son los únicos responsables de la guerra. No, el hombre común y corriente, también se alegra de hacerla. Si así no fuera, hace tiempo que los pueblos se habrían rebelado. (3 de mayo de 1944).

Pocos hay que vivan tan aislados y enclaustrados como nosotros, lejos de aquello que puede ser gozado por pobres y ricos por igual. (15 de junio de 1944)

Podrán callarnos, pero no pueden impedir que tengamos nuestras propias opiniones. (Ana, criticando la actitud de sus padres) (2 de marzo de 1944).

Quiero que algo de mí perdure después de la muerte. (4 de abril de 1944).

Trescientos cincuenta aviones ingleses descargaron medio millón de kilos de explosivos sobre Ijmuiden, haciendo temblar las casas como hojas al viento. (29 de marzo de 1944).

Tuve la suerte de ser arrojada bruscamente a la realidad. (7 de marzo de 1944).

Asombra que yo no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad innata del hombre. (15 de julio de 1944).

Cuando miro al cielo, pienso en que todo esto cambiará y que todo volverá a ser bueno, que hasta estos días despiadados tendrán fin, y que el mundo conocerá de nuevo el orden, el reposo y la paz

“No veo la miseria que hay, sino la belleza que aún queda.".