miércoles, 20 de junio de 2012

Margarete Mitscherlich. La Gran Dama del Psicoanálisis Alemán


Margarete Mitscherlich (Gråsten, Dinamarca 1917- junio 2012) Psicoanalista, feminista y escritora. Se  formó en el psicoanálisis  y se dedicó a la enseñanza y a la investigación, junto a su esposo. Margarete había cursado estudios de psicoanálisis en Londres, en los años 50 bajo la dirección de Anna Freud, Melanie Klein y Michael Balint. Su marido fundó en 1960 el Instituto Sigmund Freud en Frankfurt que llegaría a ser uno de los centros intelectuales de la nueva República Federal de Alemania. Su libro, “La incapacidad de sentir duelo”, escrito  en 1967, en medio de la Guerra Fría y antes de las revueltas estudiantiles,  fue  toda una provocación, ya que tocaba ciertos temas tabúes de la Alemania de posguerra, impulsando el inicio de la elaboración de los crímenes del régimen nazi. Era una llamada de atención sobre  la represión colectiva de la culpa, la falta de una elaboración de los crímenes cometidos por Alemania durante el régimen nazi y la vuelta a una normalidad solo aparente, finalizada la II Guerra Mundial. Escribió también para una revista feminista. Formó parte de un feminismo combativo contra la degradación de la mujer en los medios de comunicación. Publicó “La mujer pacífica” en 1985,”El Futuro es femenino" en 1987, donde aboga por una sociedad cuyos valores deberían ser más “femeninos”.En 1990 escribió “Sobre las dificultades de la emancipación”.
Premios: Orden de Mérito de la República Federal Alemana, Premio Tony Sender y el Premio Chargaff. 



Margarete Mitscherlich-Nielsen, fue la voz femenina del psicoanálisis en Alemania y más allá de sus fronteras. Destacó principalmente por su conciencia crítica y alerta a los contextos conflictivos y sus soluciones, así como el humor que caracterizaba a su pensamiento. Siguiendo los consejos de Freud “Nada debe evitar que orientemos nuestra observación hacia nosotros mismos o aplicar nuestro pensamiento a la crítica de sí mismo”  alentó a Margarete Mitscherlich también a reflexionar y escribir sobre su propia experiencia de envejecimiento hasta el final. Con frecuencia enfatizaba que el disfrute del pensar se incrementaba a medida que la fortaleza del cuerpo se desvanece, y que esta perspectiva le permitía comprender y organizar la vida en sus momentos solemnes hasta el final.